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Santo Domingo.- Yennely Andreina Duarte, una joven de 18 años cuya muerte en marzo de 2024 conmocionó a toda República Dominicana, dejó una huella imborrable entre quienes la conocieron. Aunque su asesinato fue brutal, su familia y allegados insisten en recordarla por su bondad, sueños y forma de vivir.
Una joven ejemplar
Yennely era descrita como inteligente, empática y llena de vida. Soñaba con ser doctora de niños, amaba los animales y disfrutaba la música y la fotografía. Según su madre, Yenny Hilario, tenía una sensibilidad especial que se reflejaba en actos como aprender lenguaje de señas para comunicarse con compañeros sordomudos en su escuela.
Era amante del mondongo, el café y las habichuelas, pero no dudaba en compartir su comida con su perra. Su madre relató con nostalgia:
«Siempre le peleaba porque ella dejaba de comer para echarle la comida a la perra.»
A pesar de ser víctima de bullying en redes sociales debido a su orientación sexual, Yennely mantenía una relación cercana con su familia, quienes admiraban su fortaleza y bondad.
Circunstancias de su muerte
El 27 de marzo de 2024, Yennely fue encontrada muerta en unos matorrales de una finca en el distrito de Quita Sueño, Cotuí, provincia Sánchez Ramírez. La principal acusada del crimen, Ammy Hiraldo Peña, fue captada en cámaras comprando amoníaco, sustancia que habría usado para incapacitarla antes de acabar con su vida.
Aunque Yennely había declarado ser homosexual y supuestamente tuvo una relación con la acusada, mantenía un noviazgo con un joven llamado Mario, lo que refleja la complejidad de sus relaciones personales.
El clamor por justicia
A casi un año de su muerte, su familia sigue exigiendo justicia. Su madre, en particular, lucha incansablemente para que todos los responsables enfrenten las consecuencias de este crimen atroz.
La periodista Pamela Rojas, en su programa «Bajo El Foco», rindió un homenaje a Yennely recordándola por su vida y no por las circunstancias de su muerte. Este gesto subraya la importancia de destacar el legado de bondad y esperanza que dejó Yennely, más allá del dolor que su partida generó.
La vida de Yennely Duarte es un recordatorio de la necesidad de justicia, empatía y respeto por la dignidad humana.