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Según el presidente de la Suprema Corte de Justicia, del Poder Judicial y su Consejo Superior, Luis Henry Molina, en cita y respuesta tanto a le ex jueza suprema y actual Procuradora General de la República, doña Miriam Germán Brito, como a la acosada jueza Ana Lee Florimón, este dijo: “Es práctica del pasado trasladar jueces como sanción”.
La sola afirmación es una admisión de que si bien, supuestamente hoy no ocurre, ocurrió. Ambos coinciden en que se ha producido. El problema es que ni uno ni otro, la ex jueza y el presidente, hacen nada por corregir el daño causado en lo que retratan como vieja práctica, la que se renueva día a día por su continuidad en el tiempo. Los jueces trasladados siguen trasladados, la sanción así dispuesta sigue su curso, se mantiene y eso, por si solo, parece justificarlas.
Podemos afirmar que esa práctica discontinua en los hechos, a decir del presidente, mantiene sus efectos, lo que la hace, a pesar del cambio de autoridades, continua jurídicamente, y por ende y por igual, contrario a lo afirmado por el presidente, una inseguridad jurídica, pues no se ha planteado remedio alguno a lo que hoy se considera nocivo.
Dejar de hacer no es resolver. Los trasladados, antes injuriados, siguen en las mismas, a causa del conciliábulo ayer de ‘fiscales malos perdedores’ y jueces cómplices. No ha operado des-traslado o dejados sin efectos, ni desagravios a los así afectados, y se pretende que, ahora si y ayer no, vivimos en un estadio de justicia dentro de la justicia.
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